sábado, 30 de junio de 2007

ESCATO dificultades LOGICAS


Tal vez me indujo a escribir esto el hecho de tener una mañana demasiado tranquila. Es uno de esos días tan deseados, sin tareas importantes para hacer, pero que cuando llegan uno anda a la deriva, preocupado por no tener de que preocuparse…
Humanamente, cuando no hay complicaciones, las inventamos. Buscamos el lado analítico de las cosas más simples y las problematizamos. Es por eso que después de permanecer varios minutos acostada pensé que si Cortazar podía instruirnos para llorar o dar cuerda a un reloj, yo puedo filosofar a cerca de algo tan cotidiano y común a todos los seres vivos como es el acto de defecación.


En principio cabe mencionar que no todos las experiencias son iguales y me parece pertinente clasificarlas de acuerdo al producto obtenido, sin más vueltas…. la forma la del sorete.
La mas normal (no porque se ajuste a la norma, sino porque predomina), es aquella experiencia que durando aproximadamente dos minutos y sin requerir de mucho esfuerzo, da como resultado una materia sólida, de un tamaño que enorgullece al dueño y lo mas importante es que no deja rastros en el orificio que la liberó. Tradúzcase a un buen cago sin cascarria.
Diferente es cuando el elemento sale en partes y algo mas rígido que en el caso anterior. Este acto necesita prolongarse durante varios minutos, lo que complica la situación y aparece el factor aburrimiento. Dado esto, se buscan actividades complementarias, tales como leer el diario o escuchar música, pero a veces, nos encuentra desprevenidos, victimas de una falsa alarma por lo cual no se fue preparado. En estos casos se trata de acudir a lo que este al alcance, como leer los letreros de los productos de baño; en consecuencia, se experimenta una voz particular si en el momento del puje final justo se está leyendo, así nos escuchamos decir col-ga-teee con un sonido un tanto orgásmico. Lo positivo de esto es que ayuda a que en nuestra memoria queden registrados datos que tal vez algún día necesitemos, como el 0-800 del desodorante para casos de intoxicación. Acabado el acto, se requiere del bidet, porque la partición de la materia deja huellas, incluso en el inodoro, lo que se conoce como “patinada”. Consejo: tener un cepillo a mano porque si un ajeno utiliza nuestro baño, no es nada agradable que deje recuerdos.
El tercer caso es una verdadera odisea. Se trata del vulgar “atrancamiento”. Como el tiempo necesario para este episodio es mucho, es digno de que la actividad figure en nuestra agenda, pero claro, resultaría bochornoso que alguien nos la lea y diga “lunes 13 hs, cagar”, por eso suele arruinarnos algún plan, porque a donde se comienza si o si hay que terminar, sin opción, a menos que no nos moleste caminar de una forma particular. Algunos ya han asumido que sufren de constipación, por lo que ya conocen tácticas. Velozmente mencionaré algunas:
_ (para cuando el inodoro esta próximo a la puerta) colocar una mano de un lado de la puerta y otra del otro, luego comenzar a empujar en sentidos opuestos y así realizar fuerza que ayude al descenso de los sobrantes que hay en nuestro cuerpo.
_ (para cuando la fuerza propia no es suficiente) abrir el bidet con la mayor potencia posible y sentarse en una posición que beneficie la llegada del agua al orificio. Esto ayuda al ablandamiento.
_(para los corajudos) introducir un dedo (se recomienda el índice) en la abertura anal y ayudar con un leve removimiento. O sea, meterte el dedo en el culo, tocar la mierda, tratar de cortarla y que salga la porquería esa que está trabada y te está rajando el orto y haciendo transpirar como un púber en la clase de educación física.
Por último, el más rápido de los casos. Ocurre en cuestión de segundos y es la que peor huele. El producto es líquido y varía en colores. Lo peculiar de este caso, es que la liberación puede ocurrir tanto en el inodoro como en la ropa.
Podría extenderme mas si tuviese en cuenta otros factores, como lo que se ingirió el día anterior (¡si es choclo te la encargo!), o que ocurriría en caso de ausencia de papel higiénico, pero mas vale llevar todo a la práctica y basta de filosofías, si…………… TODOS CAGAMOS!!!
VANINA 29/06/07

El precio del sabor a banana

Las cosas no son las mismas que antes. Es una frase que suele escucharse muy a menudo, y su pronunciación aumenta a medida que pasa el tiempo. Cuando crecemos sentimos que cada vez más cosas se modifican, por eso para los gerentes todo es distinto.
Dejando de lado las innovaciones tecnológicas, la participación política y los amoríos de zaguán, hoy, a mis 20 años, quiero abordar desde una perspectiva critica la transformación de los chicles de banana.
Un chicle de banana cuesta diez centavos, y uno relleno de juguito sale el doble.
Un chicle de banana de los de diez, conserva su sabor y elasticidad durante tres cuadras, considerando un desplazamiento de tres minutos en cien metros, desdeñando la posibilidad de que el peatón se detenga ante un semáforo en rojo, se encuentre a un conocido o pare a atarse los cordones, lo que implicaría la reducción del sabor del chicle a dos cuadras.
Uno de los relleno de sabor, como anuncian los productores de la goma de mascar, mantiene las condiciones que posee desde que se le saca el papel y se introduce en la cavidad bucal, durante cinco cuadras, es decir quince minutos, aun habiendo realizado tres globos. Utilizo el adverbio aun debido a que la concreción del globo incluye una seguidilla de movimientos poco frecuentes en la masticada de chicle original.
Indagando los motivos que llevan a que el placer de comer un chicle de banana sea tan corto y costoso, me encontré con el renombrado término de inflación, excesiva emisión de billetes de un banco que produce un alza anormal de los precios, traduciéndose en la disminución de la calidad del producto chicle y la elevación de su costo.
Pero los economistas, poseedores de conocimientos específicos refutaron mi hipótesis sin agregar un comentario al respecto.
Pensando en mi cama, cual sujeto con insomnio divaga entre sábanas y reflexiones, planteé una nueva tesis.
A medida que crecemos, nuestra saliva se vuelve más baqueana en deglutir y modifica las condiciones de la materia gomosa hasta arribar al estado de solidez.
Otra de las variantes es que en el transito de infante a joven, los maxilares, desgastados por realizar durante veinte años el proceso de masticación van perdiendo la capacidad de producir tantos movimientos consecutivos en pocos segundo, lo que deriva en una dolencia en la articulación temporomandibular justo a la altura de la escotadura ínter trágica del pabellón auricular (por las patillas). Esto genera la inmediata acción de tomar el chicle con dos dedos (el índice y el pulgar habitualmente) y arrojarlo a la vía pública, depositarlo debajo de la mesa o, en caso de tratarse de buenos transeúntes, se lo envuelve en el papel que contenía la goma de mascar y que había sido guardado en un bolsillo, y se lo deposita en un cesto, conocido como papelero.
Estas teorías también fueron rebatidas por especialistas en biología humana fieles a Lucy Batuone.
Mientras tanto, hasta que nadie arribe a una conclusión certera, seguiremos parando en un quiosco cada tres o cinco cuadras.
VALERIA 30/06/07.